sábado, 26 de febrero de 2011

Historia sin titulo aun...Parte III

Me quede llorando desconsolada, lo único que podía hacer era admirar la luna que se asomaba por la ventana, era lo único que podía ver desde la cama, ahí echada boca arriba con las manos atadas en la cabecera de la cama, me quede dormida unas horas, luego desperté un poco más serena y dispuesta a hacer entrar en razón a mi amigo, aunque lo que estaba haciendo no era algo razonable, aun no me había dicho el motivo por la cual me retenía en contra de mi voluntad. Ahí sin nada que hacer tan solo quedarme inmóvil, empecé a observar, ya no tan solo mirar… si no observar cada detalle del cuarto que se había convertido en mi cárcel… me di cuenta de que las sabanas de la cama eran muy suaves, como si fueran de seda y tenían un olor delicioso era como a miles de flores extraídas de los jardines mas cuidados del país o del mundo que se yo, había una ventana al lado derecho de la cama, y una al frente, el cuarto no era muy amplio, pero tampoco era de espacio reducido, empezaba a amanecer y ya no tenía sueño, poco a poco la luz tenue de la lámpara empezó a ser desplazada por la luz del día que entraba por las ventanas, una de ellas tenia la cortina abierta y la otra no, pero la luz del nuevo día se dejaba ver entre ellas, había una especie de mesa de noche a los costados de la cama, y al frente de había una mesa circular que no ocupaba mucho espacio, dos sillas de estilo clásico y un sofá color violeta muy parecido a un diván hacia juego con el color magenta del techo y las paredes blancas. Junto al sofá había una mesa de esquina donde estaba la lámpara que la noche anterior había iluminado mi oscuro tormento…

mientras iba examinando las cosas la puerta se abrió despacio y él se asomaba con una ligera vergüenza de ser visto… sus manos sostenían una bandeja de madera con una taza de café con crema, una cajetilla de cigarrillos, un cenicero, y una barra de chocolate (a mí me gustaba mucho ese desayuno) junto a una servilleta rosa. Me miro con recelo y me dijo – buenos días- le respondí– ¿a ti ¿te parecen buenos?-, –por favor ahora no… es hora de que tomes tu desayuno, no haz comido nada desde ayer- de inmediato dije –hubiera almorzado si no me tuvieras ¡aquí! -tranquilízate no comas tus alimentos renegando, no te hará bien- respondió, – ¿me vas a soltar las manos? , las tengo realmente entumecidas… - dejo la bandeja en silencio sobre la mesa de noche y me miro con ojos de desconfianza – no hagas nada tonto- , –más tonto que esto no puedo hacer?-, me tomo por los pies y le dije en voz alta –que intentas hacer- el me dijo –solo trato de asegurarme- empezó a atarme los pies muy fuerte pero tratando de hacerme el menor daño posible… desato lentamente mi mano izquierda y luego la derecha… me ayudo a sentar y empecé a sobarme las muñecas pues estaban enrojecidas, puse cara de dolor-discúlpame-me dijo , solo lo mire sin decir nada… pude haberme negado a probar alimento alguno pero moría de hambre, me ayudo a arreglarme el cabello pues se encontraba todo desgreñado.. mientras me ayudaba a acomodarme el cabello hacia atrás, el tomo un mechón y acerco su rostro muy cerca del mío y empezó a oler mi cabello… me quede inmóvil por aquel gesto y me dijo – hueles delicioso- me quede petrificada –no lo creo… estoy aquí… he dormido no me he lavado, ni bañado dudo que huela bien… en sus labios se fue dibujando una sonrisa realmente tierna… mientras ponía un cigarrillo en mi boca, el de inmediato acerco un encendedor al cigarro para ofrecerme fuego me ayudo a comer, por no decir que me dio la comida en la boca… me trato con suma delicadeza, y luego de comer me concedió unos minutos en el baño para asearme…




1 comentario:

  1. Es increíble pensar, que ella, podía abstraer su mente, intercambiar el mal momento, por detalles que solo podrían ser perceptibles en circunstancias tan diferentes a la vivida. A pesar de estar cautiva, le fascina su delicadeza y sutileza por cómo es tratada. Parece que el titulo no cambiara, puesto que parece tener nombre, “Historia sin Titulo”. Ella, a mi parecer, ya entro en una “especie” de aceptación a su encierro, aun sin hacer nada para salir, se puede sentir un comodidad subyacente a la incomodidad y al encierro.

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